A la hora de hablar de los trastornos alimentarios existen muchos mitos, muchos tópicos, y de ellos también toma mano la literatura. Cada vez son más los escritores/as que se lanzan a tratar este tipo de trastornos de la alimentación, que intentan no solo explicar lo que son, sino profundizar en cómo afectan a la salud de los que las padecen. En este sentido, al igual que en todo, hay quien escribe una novela normal, con documentación pero sin experiencia previa, y los hay que, como Espido Freire (Quería volar) y la joven Andrea Tomé (Corazón de mariposa) parten de experiencias personales para, precisamente, luchar contra los tópicos y expresar la realidad, sin victimismos.
Siguiendo con esta última idea, María Fornet publica su segunda novela, titulada Azul Capitana, que nace del conocimiento que la autora tiene debido a su experiencia en el campo de la psicología y el tratamiento de trastornos alimentarios, como la bulimia o la anorexia. Pero no es un tratado de la mente ni mucho menos, sino una novela que deja poso, que se opone totalmente a Un nudo tras otro, su primera historia.
Leí Azul Capitana hace unos meses, cuando aun era un proyecto y le faltaban los últimos tintes de la edición. La historia que se cuenta es la de Alejandra Olivares, una joven que ingresa en un Centro de Salud Mental en la ciudad de Londres. Desde hace quince años vive en lucha con la comida, con el propósito de adormecer un secreto inconfesable, desde aquella última vez que todos fueron felices. El ingreso en este nuevo centro parece ser una experiencia infructuosa más, aunque poco a poco Alejandra irá conociendo a varias personas que hacen que comience a pensar que “todo pasará”. En el Roble Viejo encontrará a Matilde, una profesora de arte octogenaria; a Sabrina, una compañera de habitación a la que le encantan los juegos; a Vincent, el chico de la voz de azúcar; y a Sócrates, y sus historias con el presidente… hay más personajes y todos ellos le hacen ver la vida desde otro punto de vista, a la que encuentra un sentido. Allí todos tienen secretos y calamidades, pero la amistad rodeará sus vidas en este espacio que recuerda al de Las efímeras, de Pilar Adón, con descripciones amplias y cuidadas del ambiente y de los sentimientos.
En esta novela María Fornet se revela como una autora con estilo propio, en la que se incluyen citas literarias al comienzo de cada capítulo, y frases que crean un ambiente en el que impera la soledad de los personajes y su búsqueda constante de un lugar en el mundo. Precisamente la idea que subyace detrás del carácter y las circunstancias presentes de los personajes es que el pasado está siempre detrás.
La novela que tengo entre manos tiene una fuerza potente, de luminosidad en medio de la tempestad, de luz al final del túnel, como se suele decir popularmente. El argumento propone una reflexión muy acertada en la que se entrevé la profesión de la autora en el campo de la psicología. La visión no es edulcorada, sino que parte de la realidad, aunque esta a veces sea dura como el clavo de un alambre en la piel.
Desde esta humilde morada, os invito a que leáis a esta autora que resulta interesante la veas por donde la veas. Para terminar de convenceros, si aun no lo he hecho, podéis leer la entrevista que le hice en el blog y la reseña de su primera novela Un nudo tras otro.
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