Cruz Dos Farrapos, A

En la cumbre del Monte del Gozo, en la ermita de San Marcos, la que recibe a los peregrinos que llegan a Compostela, una tormenta sorprendió a Branco de Cores, comenzando así su curiosa aventura. Vio en la puerta a una mujer vestida de harapos y con un instrumento en la mano que le pidió ayuda y luego desapareció. Entonces un relámpago impactó en él y se encontró apoyado en las murallas medievales de Compostela, en pleno siglo XIII. Caminó hacia la entrada principal de la catedral, en aquel entonces en la plaza de la Acibechería, conocida como Porta do Paraíso, en donde está la Cruz dos Farrapos, llamada así porque ante ella los peregrinos cumplían el ritual de quemar sus ropas viejas al llegar de peregrinación. Siguiendo a un chaval, se acercó a la capilla de la Corticela, todavía no unida a la catedral, en donde encontró a la mujer que se le había aparecido en la puerta de la ermita: era María Balteira, la juglaresa, impedida de quemar su ropa por el soldados del trovador don Lopo, en venganza por los versos satíricos que ella le había dedicado en el pazo de Sano Lorenzo. Este le exige que queme también sus versos.